Some naughty things from rebeld slaves (Liliane)

por **Moira** el Vie Mayo 05 2017, 11:18

Había hecho caso omiso a su ama, Morgana, aún sabiendo que le acarrearía uno de los dolorosos castigos físicos que siempre tenía preparados para ella. Hacía sólo una semana que había despertado, sin recuerdos, en aquel oscuro cuarto. Las torturas se habían sucedido, sin poder defenderse. En el momento que había tenía la mínima oportunidad, había escapado... para volver a ser capturada y devuelta a la dragona. La reptil no se había mostrado contenta, demostrándolo con golpes, cortes, quemaduras... Y había adornado las muñecas de la humana con grilletes, de los cuales pendían unas tintineantes y pesadas cadenas. Pero no había podido doblegar el alma de la ex resistente. Fuerte, decidida y terca, deambuló por aquellos pasillos que había recorrido mil veces desde que era pequeña. Sólo dos años de libertad había tenido. Durante los cuales se había enamorado y había tenido una hija. Retazos de una vida que su mente había olvidado tras el ataque.

Y aún así... su corazón retenía aquel amor y aquellas personas importantes para ella. Se afanaba en intentar hacer que su mente recordase y en volver a ellos. Se despertó de nuevo en aquel pequeño y oscuro cuarto, creyendo escuchar otra vez el llanto de un bebé. Completamente desesperada y acongojada, salió ignorando las amenazas que la dragona había vertido sobre ella sólo horas antes. A pesar de que su cuerpo estaba dolorido y sumamente maltratado, su instinto maternal la llevó un poco más lejos esta vez, en busca de aquel fantasmal sonido que su corazón recordaba. Acabó en los jardines, unos que veía por primera vez... o eso creía. No sabía cuántas veces los había recorrido, conociéndolos como la palma de su mano. No era consciente de aquella vez que había huido de pequeña con Megerah, atravesándolos. Para ella, ahora eran desconocidos. Y, sin embargo... había algo familiar en ellos.

Quizá por ello, dio con aquel banco en el cual su amiga solía sentarse, detrás de la maleza, casi escondido. Tomó asiento en él, ocultando su rostro entre sus manos temblorosas. El sonido que creía haber oído se había esfumado y sólo quedó su propia desesperación por no haber encontrado su origen, junto a la presión en su pecho. Quiso calmarse, pensando que se estaba volviendo loca. ¿Sería posible? Puede que tantos castigos físicos y la ignorancia de los años perdidos en la amnesia le estuviesen pasando factura. Pero eso no la hacía desistir de continuar rebelándose y no hacer caso a las órdenes de Morgana.

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